miércoles, 16 de enero de 2013

No esperes la absolución


I
Si pudiera saber que estás viva cuando llego,
No caminaría con la soga al cuello,
mientras ruego no encontrarte con una
menos simbólica.
Estoy tan lejos
Que ya me arrodillo a los pies de tu cadáver.
Nadie lo da todo,
Nadie lo puede todo.
Gracias por
enseñarme eso.

II
A los muertos les decimos
hasta mentiras piadosas
Y a los vivos,
apenas los miramos con desconfianza.

¿Por qué tanto rencor a los suicidas?
Porque
la mierda flota, dicen,
y la preferiríamos -en el fondo-.
“-¡Egoístas!”

Después de todo, todos
nos matamos de a poco.

Ya habrá tiempo de morirse
Y de que todos inventen (a su gusto)
lo buenos que éramos...

III
(Vivamos,
nosotros que podemos).