Hay cosas que nunca cambian, como esa plomiza sensación de ojos gastados y piel deslucida que llega al verte alejándote de mí, ese vuelco de corazón y estómago con contornos difusos, el que no sé si hacer anidar en vos, en tu estela confusa que vas dejando entre nosotros, o en tu nuevo destino, como si yo hubiese sido una parada más y no aquello que buscabas.
Y me pregunto si habrás ido vaciándote de mí, si habrás querido quedarte con todo lo mío, si lo habrás anudado y arrojado con todas tus fuerzas al río; tanto me sorprende verme ahí sin cuerpo y sin brillo, mientras alguien, brillando con más fuerza que yo te atrae como la luz eléctrica a una luciérnaga y yo voy apagándome lentamente y fundiéndome con la línea del horizonte de árboles y montañas.
1 comentario:
Suenan bien tus parrafos.
Un Saludo.
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