Tengo problemas para decir que quiero besar lo más hondo de
su humedad, y problemas para mantener ese deseo. Me aburro espantosamente: miro
unos rasgos bellos y me basta con sostener la mirada para que empiecen a
desdibujarse, escucho una conversación interesante y encuentro inevitablemente
tropezones de sentido común y de miserias, construyo fantasías que me
avergonzaría de contar hasta que se vuelven insulsas y me asquean. Y entonces
ladeo la cabeza hacia otro lado, perfilo otra silueta que deseo más que la
anterior, imagino tan fuertemente que me llego a transfigurar, a creer de
verdad que tengo interés en alguien al azar. Mi hipnosis dura más o menos,
dependiendo, como en el zapping, de que fortuitamente encuentre alguna ficción
más o menos creíble. No me he movido del lugar mientras todo esto ocurre.
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