viernes, 22 de febrero de 2008
Odio el tono solemne de las cosas escritas, el aire de verdad que parece intentar poner el autor en ellas, de teatralidad; hay que adivinar los sentimientos a través de esa marea de palabras en las que uno se esconde, y hay que vencer esa sensación de insignificancia, de sentirse un pobre diablo que intenta arañar el papel para escribir algo que conmueva, para comunicar exactamente un nudo en la garganta o un destello de lucidez, sintiendo cómo las palabras se pegotean en los dedos, como cuando al hablar se te enredan en la lengua y batallás desesperado para decir algo, para no ahogarte en la marea del silencio que te abraza cuando simplemente quisieras hablar, hablar largo y tendido y no sentirte tan solo; y te miran extrañados porque para ellos es todo tan fácil y si no es tan fácil se olvidan y a otra cosa, porque en realidad no sos tan distinto y a todos les pasa, a todos les pasa pero vos tenés la sensación de mirar todo a través de un vidrio que no es otra cosa que tu mundo, y si esforzás un poco la vista vas a ver que todos están rodeados por ese vidrio invisible y lejos de consolarte esa idea te desalienta, porque quisieras destrozar todo de una vez y no podés porque son demasiadas cosas y todo parece inútil; y ya es difícil pensar y para los otros ya se hace monótono escucharte y optan por no hacerte caso y tenés ganas de mandar a la mierda todo y de irte bien lejos de vos mismo o de cortar acá pero qué más da, qué más da seguir escribiendo o no, qué importa si ya todos se cansaron si las manos siguen mecánicamente y vos estás en otro lado, esperando a que sea un momento menos hostil y ahora te buscan, ahora te llaman y ahora recién pensaron lo que les dijiste pero lástima porque es tarde ahora, qué me importa si ahora querés hablar o si te diste cuenta de que yo tenía razón, qué me importa si querés verme y romper el silencio que vos mismo reconocías, igual me cansé del juego inútil que jugábamos; yo tengo otras cosas en qué pensar y después de todo el tiempo lo cura todo, y pronto todos nos vamos a olvidar de esto y a seguir, y no te confundas porque realmente no me importa, no es que yo esté a la deriva ni nada por el estilo, a veces hasta yo me sorprendo cuando me descubro golpéandome la cabeza contra la pared y pienso que se debe ver muy extraño y me da risa cuando me miran creyendo que ésta soy yo y se van a su casa pensando y vuelven corriendo a decirme algo, porque yo ya corrí cien kilómetros adelante, nunca nos vamos a encontrar y váyanlo sabiendo, y a mí también me duele mucho pero uno se termina por acostumbrar a todo, además a veces las cosas no son tan graves aunque a uno le parezcan así, y si lo son bueno, bienvenidas sean porque ya me cansé de que todo sea tan efímero y quisiera algo de verdad y que esto dejara de repetirse, porque la verdad es que no sirve para nada más que para desencontrarse y ya no necesitamos desencontrarnos más, lo que necesitamos es encontrarnos y que no sean solamente palabras, y no importa si terminás todo lastimado por largarte de cabeza contra el vidrio porque nos estás haciendo bien a todos aunque parezca que no nos damos cuenta.
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