Ya está, no me interesa.
No me interesan los colores increíbles ni el ruido de animales imaginarios, y no me interesan las mil, cien mil páginas muertas sobre lo difícil que es el mundo.
No me interesa el surrealismo confuso y estúpido ni las ochenta perspectivas simultáneas y analíticas.
No me gusta el teatro de complicidad ni el cine de la iluminación.
No me gusta el fetichismo asqueroso de las máscaras blancas (sí, siempre son blancas, a mí que no me engañen, son todas lo mismo).
La respiración se me dificulta otra vez, y se me hace un nudo en la garganta, y los dedos me tiemblan, y el ruido insoportable del tic tac me golpea.
Se me han quedado al borde las palabras, en otro momento las diré. De todas maneras hay tiempo y ahora es imposible.
Quiero vomitar ya mismo o ir a dormir o no sé, ya no me importa.
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