Y en buena ley.
¡Ah! Hasta el perdedor más sucio sabe admirar la jugada perfecta; dudo que la hayas siquiera visto pasar. Sólo es propia de los genios, darle el golpe a tu rival esquivando sus trampas, apartándote por un momento, pateando el tablero; has sabido conquistar un admirador ferviente en lugar de un feroz contrincante. Ni siquiera cabe ya envidia o rencor; me hiciste arder con el fuego inesperado de tu dulzura, de tu alejamiento, tus artificios me han atado a tu imagen, pero ahora me has atravesado, me has dejado en los huesos acercándome a la vida misma como si tal cosa...me has puesto de cabeza y ya sólo puedo mirarte desde las entrañas mismas de la adoración, sólo por hoy, sólo por un momento. Pero has dejado que te atesore como a la misma Venus, has sumado uno más a tus mil mares cambiantes a los que rindo culto.
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