lunes, 7 de abril de 2008

Ay

Qué estúpidamente tierna la ilusión de querer conocerme más, las preguntas ingenuas o agresivas, las miradas intensas y las manos que me buscan. Si yo hubiera contestado a todos los que me insistieron, si hubiera vaciado mi corazón en ellos, ¿qué quedaría de mí? Nada, porque me hubieran arrancado de a pedazos de mi cuerpo, alejándose para siempre y yo quedándome aquí, sin mí.

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