miércoles, 3 de junio de 2009

Tendría que abandonarme a una fantasía maltrecha, a un remolino goteante de veneno, a tus palabras aprendidas de memoria, desempolvadas de una novela repugnante. Te siento arrastrando sin pesar tu falta de sangre, volcando la tinta sobre mi piel, mintiendo como yo sé, como te conozco, perdiendo mi respeto una vez más, aprovechándote de la luz dolorosa que vas dejando, empujándome con los ojos muy abiertos a una enredadera fría y metódica, porque no creas que no me doy cuenta de cómo vas calculando cada uno de tus pasos, no puedo creer que todavía seas capaz de hacerlo, no puedo creer que no te hayas asfixiado en este engaño, y que me hagas caer otra vez en tu juego, en esta inútil esperanza que nunca me dejaste sofocar. Y todo porque no he sido capaz todavía de aceptarlo, de saber que soy uno más de tus juegos, de darme cuenta de que no hay nada de verdad en lo que veo, y de que lo único que te hace sobrevivir es tu desesperado, brutálico, visceral cinismo.

1 comentario:

Javier dijo...

Ya es de noche noche y recién leí algo que había leído hace un tiempo atrás. Se me ocurrió compartirlo, así que acá va.

Levántate con suavidad desde la tierra
Y prueba tus alas
Pruébalas ahora
Mientras hago invisible la oscuridad
La visibilidad del día
Es la invisibilidad de la noche
Así que levántate con suavidad desde la tierra
Y prueba tus alas
Pruébalas ahora
Mientras la oscuridad es invisible.

Adiosito.