jueves, 14 de febrero de 2008

Maldito sea el teléfono

Llamame, no me llames, te llamo, no te llamo, ocupado, no está, no contesta, cortó, equivocado...
Impersonal y distante, anónimo, sin gestos, sin mirada, para escaparse, para desencontrarse, para intentar, para desistir...¿qué se puede esperar, si se puede cortar de un momento al otro, si un día uno puede volver y escuchar un mensaje desesperado en el contestador, el mensaje de alguien que ya no soporta la evasión fría y mecánica? A fin de cuentas es un refugio para cobardes, un desengaño para valientes, una disertación inútil para los que, como yo, encuentran siempre la forma de complicar las cosas.

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