jueves, 24 de enero de 2008


Parecía que el alcohol le ardía en las venas, le latía en la sangre. Todo daba vueltas y era extrañamente absurdo. Y mientras más vueltas daba, menos le importaba.

Se sonrió pensando en que el teatrito ese no iba a durar mucho. El cartón se deshace bajo la lluvia.

Se fumó la vida ahí afuera esperando que pasara (de dónde habré sacado esa idea, se iba a reír después) alguien que lo mirara a los ojos y le reventara el malestar que le crecía adentro. Era la hora donde nadie mira al cielo sin que se le revuelvan las tripas del asco que es el mundo.

Vomitó, respiró el aire fresco.

Linda noche, pensó. Apagó el cigarro en el piso y se fue dando tumbos. A veces hubiera querido que la lluvia limpiara algo más que la mierda de los pájaros.

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